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(ca) Spaine, Regeneracion: Qué es la autonomía de clase y cómo se defiende? Por LIZA (de, en, it, pt, tr) [Traducción automática]
Date
Sun, 20 Jul 2025 05:31:06 +0300
Contra la fetichización de la autonomía personal, por una autonomía
estratégica de clase ---- En los últimos meses ha regresado con fuerza
el debate sobre la cuestión de autonomía, la autonomía obrera o de clase
y cómo está puede ser preservada y asegurada. Este debate es pertinente
tras el último ciclo político donde toda la fuerza social y el
descontento que se acumuló --una auténtica crisis de legitimidad o
crisis orgánica del sistema capitalista burgués y del pacto del 77-- fue
desviada por los proyectos neorreformistas y populistas hacia una
restauración burguesa. Es pertinente también después de un ciclo de
confusión teórico analítica y del abandono del horizonte socialista por
la mayoría de la izquierda completamente carente de estrategia. Porque
no solo podemos culpar a los agentes reformistas que capitalizaron para
sus proyectos personales y políticos dentro de los márgenes del capital
toda esa fuerza social. Esa tarea solo fue posible por la asunción
acrítica de la desaparición del proletariado como sujeto político y de
la reivindicación de la multitud y de la ciudadanía en un desarrollo o
degeneración de la idea de autonomía obrera en autonomía social.
El debate sobre la autonomía, uno de los principales en el movimiento
obrero y en los proyectos revolucionarios, es mucho más claro si se le
dota de apellidos. Cuando hablamos de autonomía obrera o de autonomía de
clase hablamos de autonomía estratégica para la consecución de los
intereses de clase. Es decir, de la consolidación de las condiciones
necesarias para la construcción de un sujeto político consciente de sí y
de sus intereses frente al resto de sujetos. Históricamente este debate
ha estado en el centro de los problemas a resolver por los
revolucionarios porque la amenaza real del desvío siempre ha estado ahí.
Es un problema íntimamente ligado con la construcción de una conciencia
de clase y de la hegemonía revolucionaria, cuestión más sencilla de
enunciar que de resolver.
Tras las históricas derrotas y derivas, contrarrevolucionarias primero,
reformistas más tarde y contrarrevolucionaria otra vez, de los
principales actores del movimiento obrero, los sectores más conscientes
de la clase trabajadora empezaron a buscar soluciones a la
burocratización y el desvío de los proyectos emancipadores. Algunas de
estos intentos por superar los problemas políticos que se habían
evidenciado buscaron la respuesta en la crítica radical a los modelos
organizativos a los que ellos había visto degenerar. El partido
bolchevique liderado por Lenin o los espartaquistas de Rosa Luxemburgo
señalaron los límites de la estrategia socialdemócrata propugnada
primero por Bernstein y más tarde por Kautsky. Del mismo modo, el
consejismo de Pannekoek o Mattick reaccionaron ante la deriva
burocratizante y autoritaria del partido bolchevique propugnando la
revolución sin partido.
En el anarquismo este problema se abordó históricamente de una forma
mucho más primaria e instintiva activando una alarma ante todo lo que
sonase a unidad. La forma de asegurar la independencia estratégica de
clase era imposibilitar y señalar como anti anarquista y autoritaria a
la organización política que intervenía en los movimientos de masas,
fuese esta cual fuese, a la vez que se defendía la idoneidad de la
intervención a nivel de masas de forma individual o en pequeños grupos
de afinidad. Sin entrar en la profunda contradicción que supone entender
que es más libertario actuar de forma individual que organizada lo que
podemos afirmar es que esta manera de intervenir no supuso un avance
para la defensa de la autonomía estratégica de clase sino todo lo contrario.
La realidad es que ni el consejismo, ni la intervención anarquista a
nivel de masas logró superar la intervención de los agentes desviadores
u autoritarios ni las burocratizaciones, muchas de ellas protagonizadas
por los propios anarquistas. En el primero de los casos por pecar de
voluntarista ya que los consejos obreros no se pueden crear a voluntad,
son una emergencia del desarrollo de la lucha de clases, no se pueden
invocar ni construir artificialmente. Surgen cuando el conflicto se ha
desarrollado de tal manera que grandes sectores de las clases
desposeídas se hacen cargo de la actividad política y productiva de
forma directa constituyendo un embrión de poder popular. En el segundo
porque la participación atomizada fue incapaz de hacer frente a los
agentes bien formados y organizados. La actividad individual siempre es
más errática y débil que la que puede realizar una organización.
Siguiendo la misma lógica, la actividad de una organización grande, bien
articulada y bien confeccionada tiene más capacidad operativa que
cualquier grupo de afinidad temporal y laxo.
Otro problema propio del anarquismo se derivó de la falta de una teoría
revolucionaria desarrollada hasta el final, hasta allí donde empieza a
doler e incomodar porque nos saca del buenismo moral. Faltos de teoría,
en los momentos claves, en las pruebas de fuego en que la historia nos
puso, terminamos por improvisar y por plegarnos a la estrategia de
otros. El anarquismo se mostró falto de autonomía estratégica al estar
falto de un desarrollo estratégico holístico. El anarquismo de estado y
el frentepopulismo antifascista son clara muestra de este déficit.
La idea de independencia estratégica de clase empezó a desdibujarse y a
dejar de tener un sentido claro. Ya no se trataba solamente de que la
clase trabajadora lograse construir una conciencia propia que le
empujase a luchar por sus intereses, sino que esto tenía que hacerse
libre de cualquier influencia, como si esto fuese posible. Pero esta
comprensión maniquea y simplista de la intervención política solo se
atribuía a aquellos militantes organizados. Un anarquista militante de
una organización política que intentase aportar línea política o
estratégica en una organización de masas podía ser acusado de
vanguardista o dirigista. Si lo hacía tal o cual militante que solo
respondía ante sí mismo y su ego estábamos ante un gesto de libertad
plena. El modelo de síntesis que tantas veces hemos criticado favoreció
la militancia individual e individualista. No es una forma inocente y
neutra de organización, responde a comprensiones más propias de la
burguesía que a las de nuestra propia clase y cultura que siempre fue
cooperativa y colectiva.
El tiempo paso, y el capitalismo entro en un largo ciclo de relativa
estabilidad que redujo la lucha de clases al mínimo. Una de las
herramientas de las que se sirvió el capital para desarmar a la clase
trabajadora fue la implementación de partidos y sindicatos sin una
estrategia rupturista, una ampliación del estado, una estrategia de
usurpación de la autonomía estratégica favorecido por la deriva
autoritaria y burocrática del socialismo real y de los personalismos
ególatras libertarios. El movimiento obrero, lógicamente reaccionó ante
las innumerables traiciones y ataques. Allí donde se agudizó el
conflicto se produjeron núcleos autónomos que luchaban por su autonomía
estratégica. Este fenómeno es al que se le ha bebido a denominar
autonomía obrera.
La historia siempre es una interpretación parcial de lo ocurrido y,
desde ciertos sectores, está autonomía obrera se ha idealizado
caracterizándola como una unidad de obreros sin influencia de ninguna
organización política. La realidad es más compleja y esa autonomía
obrera realmente estaba conformada por trabajadores independientes, por
trabajadores anarquistas o comunistas que intervenían a nivel de masas,
de forma individual u organizada, pero también por organizaciones
revolucionarias más pequeñas que defendían una crítica radical a la
socialdemocracia pactista, al estalinismo contrarrevolucionario y al
individualismo.
Al ciclo largo de estabilidad capitalista que no terminó de quebrarse
hasta la crisis de 2008 favoreció la filtración burguesa de la idea del
fin de la historia en el movimiento obrero con la consecuente extinción
de la clase trabajadora y la aparición de ciudadanía que la sustituía.
La autonomía dejó de ser autonomía estratégica de clase, porque la clase
dejó de existir, se convirtió en Autonomía Social. Al conceptualizar la
desaparición de las clases todo proyecto político se convertía por
definición en multiclasista y lo más importante, la estrategia máxima
que se pudo implementar fue la que no asustase a las clases medias, es
decir se generó una coalición de clases que impidió el desarrollo de la
conciencia de clase y la autonomía estratégica.
Desde esta lógica lo que había que defender y preservar no era a una
clase que había dejado de existir sino a un sujeto plural de los envites
de los artefactos al servicio de la democracia burguesa, es decir,
partidos y sindicatos. Obviamente una comprensión tan sumamente precaria
de la realidad pronto derivó en una defensa de la autonomía individual
frente a cualquier tipo de organización. Está propuesta terminó por
degenerar, a falta de debates profundos, en una autonomía personal, en
la atomización o sectorializacion de las luchas y en aún menos autonomía
de clase, cada vez mas indefensos y falta de estrategia propia hasta el
punto de que movimientos sociales creen ver su independencia amenazada
por organizaciones libertarias o anarcosindicatos. Si venimos definiendo
al autodenominado movimiento autónomo como autonomista es porque ante
este panorama se produjo una fetichización de la propuesta política de
la autonomía despojada de la comprensión sistémica y del antagonismo de
clase.
¿En base a qué criterios estos militantes deciden repartir carnets de
anarquistas? ¿No es también su objetivo la ruptura con la sociedad de
clases? ¿Por qué da tanto miedo probar a organizarse desde la formalidad
y la coherencia? Quizá encontremos la razón de este pavor en que el
enfrentamiento al conflicto inherente al sistema implica descender de la
poltrona reconfortante del purismo amnésico.
Ahora bien, si aceptamos que la necesidad real de la clase trabajadora
es la de poseer una independencia estratégica frente a quienes la
explotan, el debate debería salir del absurdo identitario y de la
fetichizacion para responder de forma honesta y profunda a la pregunta
¿Cómo podemos generar espacio con independencia estratégica de clase y
cómo la defendemos?
Para poder responder a esta pregunta tenemos que dejarnos de
esencialismos y de posicionamientos pseudo radicales. Debemos aceptar
que la negativa a la participación de agentes reformistas o autoritarios
no se puede evitar con las tácticas que hemos implementado. Es más,
negar la participación de las organizaciones políticas en los espacios
amplios favorece la actividad de los agentes burocráticos al servicio
del status quo o de su propio ego. Frente a esto, la participación
individual y el dogma anti organizativo, postulamos la participación
obligatoriamente descubierta. Que cada participante exponga su filiación
para que el conjunto de nuestra clase pueda realizar fácilmente el
ejercicio de vincular a cada cual, con su práctica, con sus propuestas.
Hagamos de la honestidad una obligación y una táctica de desvelamiento
de los burócratas y agentes reformistas o autoritarios.
Además, es obvio que la organización revolucionaria libertaria tiene más
capacidad para combatir a los agresores de la independencia de clase que
los agentes atomizados. Si cuatro ojos ven más que dos, una organización
necesariamente tendrá más capacidad de combatir que militantes por
separado por su facilidad para compartir información, generar análisis e
implementar medidas.
La Autonomía Social, por otro lado, ha mostrado con creces sus
limitaciones. Afortunadamente el movimiento autónomo, degenerado en
autonomista, empieza a ser consciente de esta problemática y entiende
que el ciudadano no ha superado a la clase trabajadora, que la clase
trabajadora nunca desapareció porque solo puede superarse con la
liquidación de este sistema de explotación. Ahora toca revertir el
impacto de ese discurso que durante años ha colonizado el sentido común
y, hoy por hoy, es la lógica de los movimientos sociales y para eso
tenemos que ser conscientes de que los postulados de la autonomía social
fueron uno de los principales factores de pérdida de autonomía
estratégica porque impidieron entender que su propuesta estaba limitada
al conformarse por sujetos con intereses contrapuestos a la vez que
opacaba la posibilidad de discernir la responsabilidad política de cada
sujeto político.
Esto se expresa claramente en los intentos incipientes de superar las
derivas centristas que facilitaron el desvío neorreformista. Ante esto
no basta con utilizar conceptos como federación de lucha o Poder Popular
como significantes vacíos. La autonomía se defiende con el debate
profundo y definido. Que la clase trabajadora debe dotarse de una
estrategia propia no significa que está deba brotar como una flor en
primavera, sino que debe ser la conclusión de dicha pelea política en su
seno. Y desde luego, para abordar esta tarea, nada aportan comprensiones
erróneas o parciales de la conformación de clase de los espacios
asumiendo la clase social como una realidad sociológica en vez de como
un proceso político.
Autonomía estratégica de clase frente autodefensa socialista
Hay que reconocer la capacidad que ha tenido el Movimiento Socialista
(MS) para abrir debates estratégicos claves. Lástima que para las
compañeras abrir el debate simplemente sea realizar una formulación
completa y acabada --sin dar espacio y tiempo al diálogo que debe
asumirse por el conjunto del movimiento o de los espacios-- bajo pena de
ser tachados de socialdemócratas. Aunque no es la manera más honrada de
plantear una discusión nosotras tomamos la palabra porque el tema lo merece.
La posición del MS en esta cuestión viene determinada por su idea de
partido revolucionario como partido único de masas al más puro estilo
estalinista. Para las compañeras la respuesta a todas las cuestiones
vitales para la lucha del proletariado, cómo se construye una estrategia
propia, cómo se defiende, cómo se hegemoniza, cómo se articula y
expande, se responde con una misma clave: El Partido. Y por supuesto, su
partido. Aunque denominen a este modelo como bolchevique y en su
expresión más degenerada guarde similitud, la formulación original a
estas cuestiones por la teoría marxista y leninista no encaja en esta
forma de resolver todos los problemas con el golpe en la mesa.
Pero no es aquí donde toca discutir sobre la coherencia y el
alineamiento con las posiciones bolcheviques o las problemáticas de una
comprensión tal del partido. Aquí la tarea es señalar que la hegemonía
no es cooptación. Si creen que tienen la razón que nos convenzan con
palabras y con hechos, que se ganen los espacios. Si realmente
demuestran que su propuesta es la más adecuada para desarrollar los
procesos de lucha de clases, las trabajadoras y trabajadores, que no son
estúpidos, las harán suyas. Menos paternalismo y menos pseudo
radicalidad autorreferencial y más ejemplo.
La razón se demuestra en la propia praxis y no parece que los compañeros
estén realizando dicho camino cuando son mucho más comunes en su breve
historia las intrigas, las traiciones, los golpes de efecto y
exabruptos. Los liderazgos, las referencias y las guías se obtienen de
forma natural en la lucha, no se pueden forzar. En el II Congrés
d'Habitatge de Catalunya se ha vuelto a evidenciar que, en lugar de
convencer a través de la acción, demostrando con hechos que los espacios
liderados por su formación han sido capaces de realizar más avances que
el resto, cuestión que ni de lejos ha llegado a producirse, han decidido
anteponer la construcción de sus sindicatos rojos condenados a la
marginalidad política y al sectarismo.
La consigna nada fuera del partido que se completa con la de todo lo que
hay dentro del partido es socialismo les empuja a una deriva agonística
de competición fratricida que dinamita o merma todos los espacios que
entran en su órbita. Una parte de los movimientos sociales entienden
esta dinámica como una agresión a su autonomía, otra vez desde
planteamiento más individualistas que de clase. Lo que para nada
favorece la profundización del debate y como mucho se materializa en una
conversación de besugos, eso sí, por Twitter.
Miguel Brea, militante de Liza
https://www.regeneracionlibertaria.org/2025/05/15/que-es-la-autonomia-de-clase-y-como-se-defiende/
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