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(ca) Brazil, OSL: Contra el imperialismo estadounidense, nuestra respuesta es el internacionalismo y la lucha de clases. (de, en, it, pt, tr)[Traducción automática]

Date Wed, 10 Sep 2025 08:45:57 +0300


En un poderoso ataque imperialista, el gobierno de Donald Trump anunció un arancel del 50% sobre gran parte de los productos brasileños exportados a Estados Unidos, con el objetivo no solo de expandir la hegemonía de las empresas estadounidenses, sino también de ejercer presión política sobre el gobierno brasileño. El aumento del arancel del 50% fue posteriormente "ajustado", eximiendo a aproximadamente 700 productos brasileños. Esta acción, sin embargo, lejos de ser un mero ajuste técnico o un episodio aislado de una disputa comercial, forma parte de un proyecto más amplio de dominación global por parte de las clases dominantes estadounidenses, una expresión concreta del imperialismo contemporáneo. Desde una perspectiva anarquista, denunciamos esta agresión estadounidense, entendiendo que el interés de las clases dominantes brasileñas reside en aprovechar este momento para profundizar la explotación de la clase trabajadora dentro del país.

Nada nuevo en el frente: las tácticas cambian, pero la estrategia se mantiene.

Los impuestos en cuestión deben entenderse como parte de una larga historia de imposiciones económicas y políticas que buscan mantener la hegemonía estadounidense en el sistema internacional. Esta hegemonía se consolidó tras el fin de la Guerra Fría, especialmente tras la Doctrina Wolfowitz, un proyecto de supremacía global estadounidense, sin margen para negociaciones en igualdad de condiciones con otras potencias ni para la autodeterminación de los pueblos. Opera de forma multifacética, mediante: a) la supremacía del mercado financiero de Wall Street; b) la imposición del dólar como moneda global; c) la difusión internacional de la ideología neoliberal; y d) la intervención imperialista en territorios y economías periféricas. La imposición de impuestos a los productos brasileños es solo una herramienta más de esta ofensiva económica imperialista, que, dependiendo de las características particulares del gobierno en el poder o de las necesidades inmediatas, mantiene su orientación estratégica.

La medida también debe entenderse en el contexto del chantaje político sistemático del imperialismo estadounidense. Al imponer sanciones comerciales, el gobierno estadounidense, a través de sus redes diplomáticas, de inteligencia y empresariales, busca interferir directamente en la situación política brasileña, intentando presionar a las autoridades y a los jueces del Tribunal Supremo en relación con el juicio al expresidente Jair Bolsonaro. Esto demuestra que, más allá de lo económico, la ofensiva imperialista también tiene una dimensión político-jurídica, al servicio de los intereses de sectores de las clases dominantes locales y extranjeras que ven a Bolsonaro como un activo estratégico para reorganizar la extrema derecha en América Latina. Para ello, se aprovechan de la sumisión de los agentes políticos de la familia Bolsonaro y sus aliados en Estados Unidos y Brasil.

Los intereses de las grandes tecnológicas y el control tecnológico, económico e ideológico

En este contexto, asistimos a la creciente actividad del lobby estadounidense de las grandes tecnológicas (como Google, Amazon, Meta, Microsoft y Apple), que no solo se beneficia de la extracción de datos y la precariedad de las relaciones laborales a escala global, sino que también ejerce influencia política en Brasil. Influyen en la legislación, moldean el discurso público e imponen agendas que contradicen la soberanía digital, el Estado de derecho democrático burgués y la autodeterminación de los pueblos. La interferencia de estas corporaciones tecnológicas, con el apoyo directo del aparato estatal estadounidense, representa otra dimensión de la dominación imperialista contemporánea, que combina el control tecnológico, militar, político, económico y cultural-ideológico.

De hecho, lo que subyace a la medida de Trump no es solo la protección de la industria estadounidense, sino la defensa directa de los intereses económicos y políticos de grupos empresariales como Meta, Google, Visa y Mastercard, que presionan contra cualquier intento de autonomía digital, financiera o comercial para países como Brasil.

Además, todo indica que el impuesto del 50% a los productos brasileños es también una represalia geopolítica y corporativa destinada, entre otras cosas, a sabotear el acuerdo entre Brasil y China para la construcción de un ferrocarril que conecte la región centro-oeste de Brasil con el puerto de Chancay, Perú, gestionado por la empresa estatal china Cosco. Este proyecto reduciría el tiempo de las exportaciones brasileñas a Asia en aproximadamente diez días, reduciendo la dependencia de la ruta atlántica bajo la hegemonía estadounidense y, por lo tanto, debilitando el dominio estadounidense sobre las cadenas logísticas y comerciales globales.

La medida también sirve como respuesta a la reciente postura del gobierno brasileño que, al menos en su retórica, ha defendido el multilateralismo y cuestionado el papel exclusivo del dólar como moneda de referencia internacional. Si bien, por el momento, estas declaraciones no van acompañadas de medidas concretas y el gobierno brasileño se mantiene sumiso a las clases dominantes locales e internacionales, el mero gesto de sugerir un mundo menos dependiente de Estados Unidos ha generado duras reacciones del imperialismo estadounidense y sus representantes corporativos.

¿Y dónde está la gente?

El gobierno brasileño adopta un discurso superficial de "no sumisión", intentando construir la imagen de una política exterior autónoma y asertiva que atrae a diversos sectores de la izquierda progresista. Sin embargo, en la práctica, continúa operando dentro de los límites impuestos por las clases dominantes nacionales y los acuerdos tácitos con los centros imperialistas, sin diálogo ni participación de los sectores organizados de la clase trabajadora y las clases oprimidas. Esta política es verticalista, basada en cálculos económicos y en los intereses de los grandes grupos corporativos, más que en la autodeterminación popular o el protagonismo de las mayorías explotadas. No sorprende que Haddad ya haya señalado que incluirá la exploración norteamericana de minerales raros en Brasil como moneda de cambio en las negociaciones, para salvaguardar los intereses de la burguesía nacional. Entre los sectores perjudicados por los aranceles se encuentran grandes conglomerados liderados por multimillonarios brasileños, en gran medida responsables del profundo abismo social del país. Una parte significativa de estas empresas cotizan en bolsa, con accionistas internacionales.

Reafirmamos que nuestra lucha contra el imperialismo no debe confundirse con ninguna defensa nacionalista ni con la defensa del "capitalismo soberano" brasileño. Si bien la actual oposición de intereses entre el capital extranjero y el nacional, y la disposición del Estado a proteger a los empresarios locales, lo que finalmente se servirá en la mesa será el cuerpo y el alma de la clase trabajadora. La burguesía brasileña, cómplice y beneficiaria de esta dominación, nunca representará una alternativa real a la dominación externa. Cualquier defensa de la soberanía nacional que implique alianzas con la burguesía o que carezca del anticapitalismo como elemento estratégico contribuye a sembrar ilusiones entre las clases oprimidas y a desviarlas de la lucha de clases. La riqueza que queda en el país continúa siendo apropiada por esta misma élite que mantiene a la población en la pobreza, la informalidad y bajo el yugo del Estado y las políticas neoliberales.

Por lo tanto, rechazamos cualquier interpretación que considere al imperialismo simplemente como un "opresor externo" sin exponer el papel activo de las clases dominantes locales en este proceso y su asociación subordinada con los intereses imperialistas. Lo que está en juego no es solo la soberanía económica de un Estado-nación, sino las condiciones concretas de explotación y expropiación que experimentan las clases oprimidas en Brasil y en todo el mundo. Nuestra crítica se basa en la lucha de clases, no en el nacionalismo burgués.

Abogamos por:

Denunciar al imperialismo estadounidense y desmantelar sus instrumentos de dominación global, como los aranceles proteccionistas arbitrarios, las bases militares, la OTAN, el FMI y otras instituciones internacionales subordinadas a su control.
Enfrentar directamente los efectos de la dominación imperialista estadounidense en Brasil, como la sumisión a los intereses de las corporaciones transnacionales, la financiarización de la economía, el lobby de las grandes tecnológicas, el saqueo sistemático de nuestros recursos naturales y la sobreexplotación de la fuerza laboral.
Construir un antiimperialismo con base socialista y libertaria, que desconfíe de las alianzas con bloques capitalistas rivales (como China, Rusia o los BRICS) y proponga una estrategia internacionalista de solidaridad y lucha entre las clases trabajadoras y los pueblos oprimidos de todo el mundo. Criticar la connivencia del actual gobierno responsable de la gestión del Estado brasileño, que, bajo una retórica moderada de "independencia nacional", continúa sirviendo a los intereses del gran capital, sin escuchar, consultar ni interactuar con los sectores populares y sus movimientos organizados. Entendiendo que la lucha contra el imperialismo debe ir de la mano con la lucha contra el capitalismo estatista y todas las formas de dominación.
Solidaridad activa y revolucionaria con las clases oprimidas en Estados Unidos, que también sufren bajo el yugo de sus clases dominantes imperialistas. Estos trabajadores no son nuestros enemigos, sino aliados potenciales en la construcción de un nuevo orden social basado en el poder popular autogestionado, la solidaridad y la abolición de las fronteras de clase, nacionales y de propiedad privada.
Finalmente, reiteramos que nuestra lucha no se limita a criticar un nuevo ataque del imperio estadounidense, sino a construir una alternativa socialista, internacionalista y libertaria al sistema que lo sustenta. Nuestra respuesta al frenesí imperialista de Trump y sus secuaces no será exigir el cierre de las fronteras comerciales ni el fortalecimiento del Estado-nación burgués, sino organizar a las clases oprimidas en todo el mundo para la demolición del imperialismo y el capitalismo en todas sus formas.

¡Por el internacionalismo, por el socialismo libertario, contra el imperialismo y el capitalismo estatista!

Organización Socialista Libertaria
Agosto de 2025

https://socialismolibertario.net/2025/08/05/contra-o-imperialismo-dos-eua-nossa-resposta-e-internacionalismo-e-luta-de-classes/
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